miércoles, 11 de julio de 2012

Canteros de la historia

Oír a Víctor Manuel, cuando apenas pasaba de los 14 años, recordar la planta 14, del pozo minero, hacía que mi vello se erizara.
O cuando cantaba al abuelo minero, unos escalofríos recorrían mi cuerpo.
Desde que abrí los ojos, el interior de la tierra me ha llegado a mis adentros. Quizá todo tenga que ver con mis recuerdos, cuando veo en mi retrovisor a mi padre, en un hoyo, con un pico y una palanca arrancando la piedra de Villamayor de su vida, dándole una nueva vida; o cuando rememoro a mi abuelo, sentado en una silla de ruedas, tras años y años en una cantera; o cuando veo, en mi pasado, a mi tío Eloy, con una tranquilidad pasmosa, en el fondo de aquel hoyo de la vieja Moral.
Recuerdo cómo cuando oí por primera vez a Víctor Manuel cantar a la Planta 14, del pozo minero, me emocioné. Salieron de mis ojos algunas lágrimas porque decía algo así como a las 10, la luna clara se refleja en las sortijas del patrón, recién llegado, con sombrero, gravedad y aburrido gesto".
Esa misma canción la oí en el pabellón de La Alamedilla, con un concierto de Víctor Manuel, y me emocioné al oirle:

"Sentados en el suelo, los mineros
se hacen cruces y reniegan de Dios
quién diría les pillara de sorpresa la tragedia repetida
a veces el más bravo se le queda
mirando fijamente al patrón
con dientes apretados ".


Muchas veces oí, en el fondo de la tierra, renegar de Dios. Y aquello no los hacía más hombres, pero sí mostraban cómo los había curtido una vida que les había llevado al fondo de la tierra.
Tras muchos años, después de que el padre dejara el fondo de la tierra, para disfrutar de ella, el hoyo me sigue enterneciendo. La vieja cantera me llama.
Hoy quiero dejar de ser cantero y quiero ser minero.

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