miércoles, 30 de mayo de 2012

Silencios

Un silencio. La ausencia de una llamada telefónica. Nadie quiso interrogar. Nadie quiso saber. Algo había ocurrido. Pero merecía la pena seguir en silencio.
El miedo. Temor a la represalia. Algo podía ocurrir si la pregunta era incómoda. No era conveniente que se supieran amistades. Por tanto, nadie ni la hizo ni la planteó de forma abierta. Eso sí, se hablaba sin que nadie lo supiera.
El miedo pudo llevar al silencio. La causa, ya da igual. Pero una cosa y otra han marcado un momento. Una cosa y otra han vaciado de sentido un periodo de tiempo.
Algún abrazo. Alguna mirada cómplice. Más de un apoyo. Más de un momento tapado. Y, por encima de todo, llega el silencio. Ni el abrazo, ni la mirada, ni el apoyo han llevado a una pregunta, a una llamada.
¿Merecen la pena las relaciones personales?
¿Qué clase de personas pueden mantener el silencio por el temor a un grito, a una actitud despótica?
¿Merece la pena reactivar relaciones personales?
La realidad es el silencio. El resto ya da igual.
Y si alguien pregunta, se desvía la respuesta.

Ve la luz la obra inédita de un pintor íntimo como Zacarías González

Salamanca, 29 may (EFE).- La obra inédita de un pintor "íntimo" y "con una personalidad recoleta", que "sufría desprendiéndose de su obra", como Zacarías González ha visto a la luz hoy, en una exposición que permanecerá abierta en su ciudad natal, Salamanca, hasta el 22 de julio.

Andrés Martín, uno de los responsables de la Obra Social de Caja Duero, ha recordado hoy al pintor salmantino cuando decía que "es más importante dibujar que pintar, aún cuando se pinte en una pintura vale más el dibujo que el color".

Una parte de su producción artística, la inédita, es la que ahora se podrá ver en Salamanca, gracias a que Caja España-Duero recibió el legado artístico de Zacarías González en 2005, por una donación hecha por su hermana, y que una parte permanecía guardada tanto en la casa-museo del autor como en los almacenes de la entidad de ahorro.

La colección que se recibió está compuesta por 621 pinturas, 1.842 dibujos y 6 libros ilustrados por el pintor, y de todo ello ahora se han expuesto 90 cuadros, que tratan de resumir las tres etapas artísticas de Zacarías González.

Así, en una primera sala se podrá ver los retratos familiares, alguno de ellos ya vistos en otras exposiciones, como un "intento de un guiño a la vida del pintor", ha señalado Andrés Martín, a los que se incorporan los arlequines, otro de sus aspectos básicos.

En una segunda sala, los protagonistas serán los bodegones de Zacarías González, uno de los elementos más característicos de la obra del pintor salmantino, mientras que la época abstracta se podrá ver en la tercera sala.

La cuarta y la quinta se ha dedicado a pinturas basadas en su aspecto más figurativo y de retrato de personajes.

Estas dos salas resumirán la tercera etapa del pintor, la que discurrió entre 1965 y 2003, un periodo en el que Zacarías González alcanzó "la madurez como artista" y mantiene temas como "bodegones, figuras y paisajes, casi siempre urbano".

Sin embargo, como ha insistido Andrés Martín, en estos cuadros "conserva la abstracción en las composiciones geometrizadas y el interés por la materia".

Zacarías González nació en pleno centro de Salamanca, en la calle San Pablo, junto a la Plaza Mayor, en 1923 y murió 80 años después, también en la capital salmantina.

De su ciudad no quiso salir, a excepción de un primer momento artístico, en el que buscó acomodo en exposiciones individuales y colectivas.

A partir de 1960, ese aspecto "casi huraño" de Zacarías González, como ha definido Andrés Martín, le lleva a "recluirse en su estudio de Salamanca, quedándose fuera de los círculos artísticos de forma voluntaria y elegida".

Esta forma de ser introvertida, "recoleta e íntima", se ha visto salpicada en los últimos años, una vez que la hermana del pintor donara su obra a Caja España-Duero, con exposiciones fuera de su Salamanca, tanto en Castilla y León como en Andalucía.

Ahora, de nuevo se vuelve a romper la idea de Zacarías González de pintar para él y se hace con una exposición básica para entender al artista salmantino, con su obra más inédita que refleja las distintas etapas de su vida.

lunes, 28 de mayo de 2012

Alumno de ESO inmigrante, más ángel que demonio

El profesor de la Universidad de Salamanca Fernando Gil Villa, que ha dirigido el libro "El fantasma de la diferencia. Inmigración en la escuela", ha revelado que el alumno inmigrante de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en España "tiene más de ángel que de demonio".

En una entrevista con Efe, Gil Villa ha reconocido que con esta obra se ha tratado "de desmitificar" la situación o conflictividad que pueden generan los alumnos inmigrantes.

Con el estudio sociológico se ha comprobado que la realidad en los institutos de Castilla y León, y de España en general, es "diferente a los estereotipos"; es decir, que el niño inmigrante es "más ángel que demonio" o que "es más víctima de maltrato que el español y es, además, menos infractor".

En datos porcentuales, el libro ha desvelado que el 57,3 por ciento de los escolares inmigrantes en centros públicos de ESO en Castilla y León reconoce que es maltratado "con la indiferencia en las aulas por parte de sus compañeros" y el 45,9 por ciento, que se les pega.

Fernando Gil Villa ha explicado que estos comportamientos no están relacionados con brotes de xenofobia o racismo por parte de los alumnos españoles, todo lo contrario, "se deben a una corriente entre los padres que les lleva a pensar que el inmigrante tiene que ver con la delincuencia; son los estereotipos sociales".

El estudio también ha puesto de manifiesto que el 35,5 por ciento de los alumnos extranjeros se ha visto envuelto en peleas; el 20,4 ha conducido sin permiso y un 11 por ciento ha asumido vandalismo con el mobiliario.

Este mismo profesor de Sociología de la Universidad de Salamanca publicó un libro en 2007 en el que apuntaba que el consumo de alcohol y la violencia han aumentado entre los adolescentes españoles.

Cinco años después un nuevo estudio dirigido por Gil Villa ha comprobado que "los alumnos inmigrantes beben menos y tienen menos comportamientos de infractores".

Para él, el estudiante extranjero "cree más en Dios, reza más, pasa más tiempo en casa y ayuda más a los padres. Independientemente que creas o no, se sabe que la gente con esos comportamientos familiares y religiosos son menos violentos y más controlados".

El problema surge, a su juicio, en un sistema educativo que "estresa al profesorado" y en unos educadores que "se limitan a transmitir su conocimiento"

"Los profesores -ha añadido- tampoco pasan tiempo con los alumnos inmigrantes con un espíritu de convivencia. Tienen una óptica muy profesional, por lo que se lavan las manos" ante problemas que pueden surgir entre los alumnos.

Para justificar esta opinión, Fernando Gil ha reconocido que cuando se pregunta a los alumnos "a quién se le cuenta un problema de maltrato", el estudiante inmigrante "cita, en primer lugar, a los amigos, a los padres y, en ultimo lugar, a los profesores".

Esto se debe a que "no confían en ellos, a que hay un muro que interrumpe la comunicación entre el alumno y el profesor".

Pero no solo se debe culpar a los educadores, pues, según Fernando Gil Villa, "el sistema educativo empuja al profesor a que no escuche en conciencia al alumno, a que ignore los problemas de convivencia".

Según el director del libro sobre la inmigración en la escuela, los profesores están "crucificados por la burocracia", ya que es un sistema tan estresante que "no hay ni un minuto de paz, porque nos evalúan constantemente y nadie nos examina en si hemos analizado el comportamiento del alumno".

A la vista de estos problemas, Fernando Gil Villa ha aportado tres soluciones: "en primer lugar, dedicar tiempo a los niños; además, revisar los estereotipos y recordar que son los niños españoles de clase media los que más alcohol beben y, por último, educar para la convivencia, ofertar contenidos de interculturalidad".EFE