Salamanca, 10 ene (EFE).- La Torre de las 
Campanas de la Catedral de Salamanca busca seguir con su carácter de 
vieja dama, elevada en la ciudad como si se tratara de una atalaya desde
 la que se observa a sus pies la capital salmantina.
   Unos 
modernos andamios tienen encorsetados la torre, de casi cien metros -lo 
que equivale a un edificio de más de 30 pisos-, que sigue viva pese a 
los años que han pasado por ella y por las continuas reformas que ha 
vivido y sufrido.
   Desde hace más de dos meses, unas obras 
pretenden darle por dentro el esplendor y la majestuosidad que tienen 
por fuera, para poder ser visitada y que el turista encuentre un nuevo 
foco de atención en esta Salamanca monumental.
   Cerca de 200 
escalones serán necesarios subir para llegar hasta la sala donde se 
encuentran las campanas, en una torre que se alza entre las dos 
catedrales de Salamanca, la Nueva y la Vieja.
   De esta manera, 
el Ayuntamiento salmantino va a poner su grano de arena, de un millón de
 euros, para que esta seo se vista de luces para celebrar en mayo 
próximo su quinto centenario.
   Esta vieja dama anciana, como la
 ha definido Valentín Berriochoa, el arquitecto director de esta obra de
 restauración, quiere lucir con esplendor y lo hará casi desde la base 
de la torre, en la capilla de San Martín, en la Catedral Vieja.
 
  Tras subir cerca de 200 escalones, a través de una escalera de sección
 cilíndrica, a partir de la primavera se podrá comprobar las distintas 
etapas por las que ha pasado la construcción de esta torre, que comenzó 
en el siglo XIII, siguió en los XVI y XVIII y ahora, en el XXI, vivirá 
una profunda obra de restauración.
   La visita, guiada por el 
arquitecto Valentín Berriochoa, que en el año 2000 obtuvo el Premio 
Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales, y el 
alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, se ha podido comprobar 
el estado de las obras y el camino que llevan para lograr un espacio 
majestuoso y "uno de los más emblemáticos de la ciudad", como ha 
asegurado ante los medios de comunicación el regidor salmantino.
   Según se llega a la zona de las campanas, el deterioro exterior de la
 piedra de Villamayor, la arenisca con la que está construida las 
catedrales, se hace más intenso.
   Y sobre todo en la 
orientación sur, por los cambios bruscos del tiempo, pero, según 
Valentín Berriochoa, con "deterioros cutáneos", por lo que se hace 
necesario "darle un nuevo aire", respetando el carácter de "vieja dama 
anciana" y evitar "rejuvenecerla hasta convertirla en un adefesio 
vestida de joven".
   En los cerca de 200 escalones que serán 
necesarios subir para llegar a la zona más alta, se pasarán por diversas
 instancias, denominadas del reloj o de la bóveda, y una que será 
inaccesible, en las que se vislumbrarán las diferentes etapas históricas
 en las que se construyó esta Torre de las Campanas: comenzó en el siglo
 XII, continuó en el XVI y se remató en el XVIII, con diversos avatares,
 como "incendios demoledores" que obligaron a desmontar una bóveda que 
allí había.
   Las paredes externas tienen la dureza de las 
inclemencias del tiempo, que han convertido a la piedra de Villamayor en
 un muro intratable y perenne.
   Mientras, las paredes internas están repletas de escritos y de las firmas de los canteros que allí trabajaron.
   Y es que, tal y como ha recordado el arquitecto director de la 
restauración Valentín Berriochoa, hasta hace 20 años esta zona era 
visitable para lo que había que comprar "un tiquet que costaba una 
peseta", por lo que las viejas inscripciones históricas, como algunos 
salmos de la Biblia, han convivido con "grafitis de la época"
   
Uno de ellos recordaba a un tal "Emilio, de 1879", prácticamente unido a
 uno que hacía referencia a un tal "José Méndez" y otro era una 
declaración de amor de mediados del siglo XX.
   Y entre ellos, 
muchas líneas rectas o señales que en otros tiempos tuvieron su 
significado, ya que se trata de las firmas de los canteros que 
trabajaron en su construcción.EFE
 
 
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